23 de agosto de 2009

Él: mi hijo querido

Han pasado dos años desde que llegaste a mi vida. No he sido testigo de tus primeros pasos: tus primeras llamadas, tus primeros mensajes. Soy tu padre adoptivo. Te encontré sobre una franela agujerada, tirada en el piso de un sucio mercado negro, estabas casi nuevo. Cuerpo de color anaranjado brillante y con una rajadura profunda en la pantalla que evidenciaba que fuiste arrancado a la fuerza de los brazos de tu primer padre.

Ahora te tengo frente a mí, ya no eres anaranjado, tu cuerpo ahora se ha convertido en azul claro, tan “Claro” como el operador que te tiene cargo. Los años no han pasado en vano, estás envejeciendo, tus bordes que en un principio fueron blancos, ahora lucen el color de una camiseta alba que no ha sido lavada jamás. Tu pantalla ahora está de luto, es que el negro que la enmarca representa con más fuerza la llegada de una muerte lenta. Quizá por eso los números de tu degastado y negro teclado se solidarizan con el deceso tardío de tu vida, tanto es el drama que la tecla asterisco prefirió la muerte adelantada, se suicidó, para no seguir aguantando a mi desesperado dedo pulgar.

Como todo buen hijo y amigo, eres testigo fiel de mis tristezas y alegrías que llegan a través de ti. Has sido conteste de conversaciones que a veces han terminado en peleas y de pláticas un tanto dolorosas para mí, que llegaron a herir mi corazón. Tu cámara incorporada ha sido el espectador de tantas sonrisas que aún están guardadas en tu memoria y en la mía.

Si llega el día en que te tenga que decir adiós, lloraré tu pérdida; pero te prometo algo: guardaré todas tus partes inservibles en el baúl de mis recuerdos.



odps



14 de agosto de 2009

El destino del prepucio de Jesucristo


Un estudio llamado «La circuncisión de Jesucristo» provee de un nuevo sentido a las investigaciones académicas interdisciplinarias. En este caso, la urología une sus fuerzas con la teología. El estudio, publicado en mayo del 2007 en el JOURNAL OF UROLOGY, la publicación estadounidense que todo especialista en este campo debe consultar, se centra en qué pasó con el prepucio de Jesús durante y especialmente después de los tiempos bíblicos.

El autor principal, Johan J. Mattelaer, dota de una amplia perspectiva a este asunto tan específico. Mattelaer, ex presidente de la Oficina de Historia de la Asociación Europea de Urología en Kortrijk, Bélgica, y profesor emérito de Psiquiatría en la Universidad de Columbia Británica en Vancouver, Canadá, escribió tiempo atrás un libro llamado EL FALO EN EL ARTE Y LA CULTURA.

Para el estudio sobre la circuncisión de Jesús, Mattelaer y sus colegas Robert A. Schipper y Sakti Das hurgaron en un acervo de dos mil años de escritos religioso-falocéntricos, pinturas, esculturas, música y debates teológicos. Hay abundante arte, explican, pero «parece paradójico que artistas cristianos no circuncidados crearan tantas imágenes relacionadas con la crucifixión de Jesús en pintura y escultura. Sólo en Bélgica hay una lista de cincuenta y cuatro trabajos relativos a la crucifixión en iglesias, museos y edificios públicos, incluyendo pinturas, grisalla, frescos, estatuas, retablos, vitrales y piedras angulares». Los iconos de las iglesias ortodoxas rusa y griega, señalan, a menudo contienen imágenes de la circuncisión.

Los músicos han producido sólo unos cuantos trabajos. El más prominente es la MISSA CIRCUMCISIONIS DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI (‘Misa por la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo’), compuesta por Jan Dismas Zelenka de Dresde en 1728.

Iglesias, museos, cruzados y reyes buscaron tener y controlar el verdadero prepucio. El estudio señala que «el erudito dominicano AV Müller, quien escribía en 1907, podía hacer una lista con no menos de trece ubicaciones separadas, todos las cuales reclamaban poseer el prepucio sagrado. Hemos podido extender esta lista a veintiún iglesias y abadías, que en uno u otro momento fueron conocidas por haber poseído el prepucio de Cristo».

El estudio también consigna que el rey Enrique V robó el «artículo original» –así calificado por el papa Clemente VII– de los franceses en 1422 y que «los monjes de Chartres sólo pudieron recuperarlo con gran dificultad».

Muchos teólogos también dedicaron sus vidas al prepucio. Existen dos casos emblemáticos. Santa Catalina de Siena (1347-1380), para simbolizar su matrimonio con Cristo, «fue conocida por usar el prepucio de Jesús como anillo en el dedo». Una generación antes, la monja austriaca Agnes Blannbekin «llevó una vida dedicada al prepucio de Jesús». El estudio dice: «Estaba obsesionada por la pérdida de sangre y el dolor que el Redentor había padecido durante la circuncisión. En una ocasión, emocionada hasta las lágrimas por la idea de este sufrimiento, sintió de pronto la presencia del prepucio en su lengua».

El estudio reproduce una pintura de 1523 de Santa Catalina y su anillo, pero, quizá en atención al gusto de estos días, no ofrece imágenes de Agnes Blannbekin.

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AÑO 8 - NÚMERO 73