Once Minutos de PAULO COELHO

de MARÍA JOSÉ ABADÍN

Paulo Coelho no es un escritor, eso dicen los expertos críticos que lo vapulean, pero no hemos de olvidar que de éstos también existe la leyenda de que son escritores frustrados que evaluando destructivamente se sienten menos fracasados. Un escritor es alguien que escribe de la misma manera que necesita respirar, incluso, publique o no. Así nos lo dice Rosa Montero en “La loca de la casa”.

Y Coelho lo hace invitándonos a reflexionar cosas que ya sabemos, o tendríamos que saber o haber aprendido a según que edad, pero las solemos olvidar en la vorágine diaria de andar conquistando cosas que no necesitamos.

Hablando de sexo,( ya que su título “Once minutos” hace referencia al tiempo que dura el acto sexual), nos habla a la vez del amor con frases como “el amor se asocia más con la ausencia que con la presencia de la persona”, solemos sentir demasiadas veces cuanto amamos al ser querido que no está y lo nos damos cuenta cuanto lo queremos cuando lo tenemos delante. Nos dice que los hombres “disfrutan del cuerpo de la mujer menospreciando su corazón”. Que hacer el amor no siempre es llegar al alma y que el verdadero sexo es juntar las almas. Claro que hablar del alma es tierra desconocida para muchos cobardes del pensar y no atreverse a darse cuenta de lo que hacen o tienen y mucho menos de lo que no tienen ni han tenido nunca.

Nos apunta “Soñar es muy cómodo, siempre que no nos veamos obligados a hacer aquello que planeamos”. Habla de la nada en la que vivimos y que no todos los vivos vivimos “¿Qué es más importante en la vida, vivir o hacer que vivimos?”

Escribe del amor sin posesión, retener no es amar, solemos ser egoístas, “Que las personas se piensan que en el amor encontrarán la solución de todos sus problemas y cargan a la otra persona con toda la responsabilidad de su felicidad, y la culpa de toda su posible infelicidad”.

Nos describe el amor en estado puro sin caer en romanticismos empalagosos, pero sí nos acusa de quererlo todo demasiado deprisa y dice: “He aprendido que lo más difícil es esperar, he de aprender a saber que estás conmigo aunque no estés a mi lado”. Si es algo auténtico se manifestará, que no debemos precipitarnos, es como un buen plato que se ha de cocinar a fuego lento, para saborearlo mejor. Vivimos en un mundo que lo que queremos, lo queremos ya y una vez obtenido mengua el deseo. Que enamorarse es no esperar nada, y que el deseo “no” empieza con lo que ves, sino con lo que te imaginas, y que el “tiempo”, único valor en alza en este siglo lo escatimamos hasta en el sexo, que en teoría es lo más placentero y gratuito que nos da la vida.

De uno de los personajes, Ralf, próspero, reconocido y adinerado pintor, dice “Lo tenía todo y por eso su angustia era patética”. Esa ansiedad que padecemos de no saber lo que queremos y no disfrutar de las cosas sencillas que sí tenemos, hace que las perdamos.

Nos recuerda lo inútil que es pretender poseer a otra persona, cuando ni los hijos nos pertenecen, y que solemos tener miedo a amar, “El amor fuerte es el que puede demostrar su debilidad”, y si sufrimos es peligroso ponerle el nombre de nuestro amado a ese dolor, somos dueños y decidimos lo que sentimos, por que sino “Culpamos al amor (y al ser amado) por la derrota de nuestros sueños”. E insiste en que hay personas que quieren ser sufridores ya que “lo que mueve el mundo no es la búsqueda del placer, sino la renuncia de todo lo que es importante, para así ganarnos el respeto de hijos, maridos, vecinos o incluso Dios.”

Será un buen libro o no, mala literatura tal vez, tampoco es un libro de autoayuda, pero tiene jugo, si se quiere se pueden extraer frases como éstas y tenerlas presentes :

“Cuando ya no he tenido nada que perder, lo he tenido todo”

“Cuando he dejado de ser quien era me he encontrado a mi mismo”

“El sexo es el arte de controlar el descontrol”

“La vida es corta, o demasiado larga, para vivirla malamente”

“Tengo un sueño pero no hace falta que lo viva hoy, todavía tengo que ganar más dinero”

Una cosa es cierta, Coelho transmite, con su narración sencilla nos hace pensar y reflexionar, si es que ello no nos da miedo. Yo lo recomendaría a aquellas personas que quieran enfrentarse con el tipo de vida que llevan, a cuestionarse su rutina, su tedio, su desidia, sus emociones, sus prisas, su relación y su sexualidad, y a la vez quieran disfrutar de una lectura fresca y amena.

El libro comienza suave, como un cuento, y conforme avanza se torna más reflexivo, no hay que esperar demasiado de ésta, su última publicación, ya que siempre que ponemos demasiadas expectativas en algo nos acaba decepcionando.